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Catalina Miranda poeta, narradora, periodista, promotora cultural y editora con 20 libros publicados y más de 100 libros editados para autores nacionales y extranjeros.

En 2005 fundó Editorial Ariadna, cuyas colecciones llevan un nombre alusivo a ese mito griego. www.EditorialAriadna.com

Creadora y promotora de los Premios Ariadna de Poesía y Cuento en los que han participado cientos de escritoras y escritores de toda la República Mexicana.

Catalina Miranda durante la presentación del poemario Soliloquio de la yegua dormida. FIL del Zócalo, Ciudad de México. 2022

Libros publicados por Catalina Miranda
Poesía, narrativa, periodismo cultural; además, adaptaciones de leyendas y obras clásicas.

Catalina Miranda

Semblanza

Catalina Miranda es poeta, narradora, periodista, promotora cultural y editora. Estudió Arte Integral en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), y la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Fue colaboradora y jefa de Redacción del suplemento cultural sábado del periódico unomásuno, en los últimos años del siglo XX y subdirectora de Impresos de Divulgación en el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Ha sido correctora de estilo en los periódicos El Día y unomásuno; en las editoriales Fondo de Cultura Económica, Oxford University Press, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ángel Editor, EDAMEX, MVS, Altius, Azerta, Gustavo Casasola, Trillas, Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), así como en diversas revistas de la Ciudad de México.

De la corrección de estilo dio el paso hacia la formación y el diseño de libros, revistas y periódicos, y en 2005 inició Editorial Ariadna, cuyas colecciones llevan un nombre alusivo a ese mito griego. Así, su experiencia en el trabajo editorial completa los 360 grados, ya que también ha iniciado colecciones, planeado los formatos y los contenidos de los impresos; además, realiza el cuidado editorial y el de la impresión.

Es fundadora y promotora de los Premios Ariadna de Poesía y Cuento 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, en los que han participado cientos de escritores de toda la República Mexicana.

Antes de dedicarse de tiempo completo a la literatura y a la edición de libros se dedicó a las artes escénicas. Ha impartido Talleres de Fomento a la Lectura y a la Creatividad Plástica y Literaria para Niños y Jóvenes, en diversos centros culturales e instituciones.

Libros editados por Catalina Miranda para autores nacionales y extranjeros.

CAJAS DE POESÍA
LA HISTORIA

Poemas deshabitados, Desprendimientos y Variaciones para un solo deseo son muy significativos. Únicamente yo sé cómo y cuánto los trabajé. Cómo los pulí y los complementé. El tiempo que les dediqué. ¡Vivía para ellos! La poesía era mi única riqueza, mi sueño, mi obsesión, mi pesadilla, mi consuelo, mi vicio, mi amiga, mi compañera, mi confidente.

Federico Patán, y mis demás maestros de la Facultad, tuvieron o tienen algo que ver con esos poemas: Huberto Batis, Beatriz Espejo, Guadalupe Violante, Margarita Peña, Gonzalo Celorio, Eduardo Casar, Manuel Ulacia, Margarita Murillo, Raúl Ávila, Eugenia Revueltas, Mónica de Neymet, José Antonio Muciño, Enriqueta Ochoa (esta última en la Casa de la Cultura Luis G. Basurto, a cuyo Taller me invitó Raquel Huerta-Nava), y otros, que en general me nutrieron, me influenciaron, incluso sin saberlo.

UN MIEDO ONÍRICO Y REAL

No hay escapatoria. La casa, la ciudad, el país, víctimas de una plaga. ¿Hay un sitio a dónde ir? ¿Quién tiene la llave? Las llaves, ¿quién tiene las llaves? Las llaves del cuento de Barba Azul. El único cuento precioso que Sonia tuvo. Ella las tenía en la mano porque el cuento se lo regalaron con las llavecitas. Ella pudo haber rescatado a las mujeres de la torre, subir las escaleras y abrir el calabozo, pero un día perdió las llavecitas… Pero las llaves, las otras llaves, las del amigo al que ve en el momento justo en que es ahorcado. Los pies le cuelgan, se mecen, ascienden con lentitud. El amigo de Sonia trae puesta una sotana café que le llega hasta los tobillos. Él sube ahorcado y las llaves caen, ¿por qué?

El miedo estaba ahí, en ella, en la única situación en que el miedo sirve para algo, para salvar la vida. ¡Si hubiera tenido una pistola!, porque no hubiera recurrido a cortarse las venas o a aventarse por la ventana de un edificio, por un puente o a los andenes del Metro, o a colgarse de un árbol o de una viga, no, Sonia odiaba la sangre y la violencia. Lo único que ella quería era dormirse plácidamente. No volver a despertar; difuminarse; correr en el bosque y disolverse en el aire conforme aumentara la velocidad, para que nadie tuviese que hacerse cargo de los restos, del cuerpo. “Sí, así debería ser la muerte —pensaba— simplemente desaparecer, cerrar los ojos y perderse en la densidad del espacio; o irse en una lancha remando, adentrarse en el océano y desintegrarse en el horizonte, sin violencia”.

(En los Brazos de Tánatos, ¿ser o no ser?, p. 85, Editorial Ariadna, 2015)
Catalina Miranda, durante la pandemia, 2020

MONÓLOGO

Del muro soy una
descarapeladura
las uñas de tiempo
me hacen crecer
el polvo salpica los restos
de mi mejilla azul 

Soy la herida en la pared
con el color de un ladrillo
de sangre
que no conoce la lluvia
sé que de gotas la forman
cuento las que caen en el jardín
imagino los cortes de las pequeñas
bebo el sonido de las triangulares
pero el sonido
no quita la sed

Ya le puse nombre al sol
cierro los ojos
creyendo que me deslumbra
no conozco su calor
mohosa me tiene la humedad

Afuera está limpia la fachada
algunas plantas crecen en ella
lo sé
lo dice el aire
por los pedazos de la puerta
además escucho las hojas
comparo su entonación
yo no soy una hoja
no canto
soy la herida en la pared
herida surgí
sin intención alguna


(De Poemas deshabitados, P. 30,
Editorial Ariadna; México, abril 2020;
De Poemas deshabitados, P. 22
Editorial Fugaz, México, 1998)

ADVERTENCIA

Mi cabeza escapó sin dejar huella
desde aquí la intuyo
desde aquí la llamo
con el silencio de su boca ausente
compite con las tórtolas urbanas
que huyen alborotando sus plumas

Un punto de cabello junto al sol
extraviado cuando las horas
se disfrazan con la noche
cuando quiero dormir
y no tengo sus ojos para cerrarlos

Transcurro creyendo en lo que siento
transcurro buscando una costumbre
he perdido los recuerdos
la gente me pregunta una calle
un número
la hora    no escucho
no contesto los saludos
quedé sin calendario
sin domicilio
sin acta para llamarme

(De Poemas deshabitados, p. 3,
Editorial Fugaz, México, 1998)

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